Suzanne Belperron (Francia, Saint Claude 1900 – 1983) fue una de las diseñadoras de joyas más talentosa del Siglo XX. Hoy te contamos cómo su estilo la diferenció del resto.
Su trayectoria comenzó luego de ganar el primer premio en la Escuela de Bellas Artes de Besançon en 1918, con apenas 19 años, se trasladó a París para trabajar con Jeanne Boivin como diseñadora. Lamentablemente, luego de 13 años, Suzanne se frustró por no recibir atribución de sus diseños. Pese a eso, su estilo quedó grabado como una marca indeleble.

La naturaleza fue su fuente de inspiración, creando líneas limpias y sensuales. Sus diseños siguen siendo objeto de admiración y colección. También se caracterizó por elegir trabajar con piedras de colores, seleccionándolas por su belleza más que por su valor. Le gustaba trabajar con piedras como la calcedonia, el ágata rubia y el cristal de roca, solía trabajar con oro amarillo, sin pulir y martillado, describiéndolo como “oro virgen”, fue por eso y mucho más que se diferenciaba del resto de joyeros.
Suzanne Belperron era una colorista excepcional y creó joyas atrevidas y vanguardistas: pese a trabajar con proporciones que a veces parecían excesivas, sus composiciones lograban armonía, logrando un equilibrio entre la elegancia y la vanguardia.






Sus joyas fueron diseñadas por una mujer moderna para para mujeres modernas, autónomas y en especial libres de llevar lo que quisieran. Fue así que a lo largo de su carrera, de 1932 al 1971, sus joyas aparecieron en revistas de moda internacionales como Vogue y Harper´s Bazar.
Su mayor diferencia de otros joyeros fue que nunca firmó sus piezas, ya que su lema era “Mi estilo es mi firma”.
